jueves, 2 de junio de 2016

La Eugenesia

   La eugenesia es una ciencia que parte del principio, de que toda
vida no es necesariamente buena, pero que esta no tiene valor más
que por encima de un cierto grado de calidad mental y física. Por
ello busca el mejoramiento de la salud física y mental de la especie
humana. Para entender bien la eugenesia e incluso el racismo, que
se deriva muy naturalmente, releamos algunas palabras de grandes
científicos y filósofos que trataron este tema. Y notemos de paso que
el conjunto de los actuales mass media siempre se las arregla para evitar
corrientes de pensamiento, o más exactamente estas dos actitudes
ante la vida y la especie; a saber: la eugenesia y su contrario, el
dejar hacer caritativo.
    He aquí pues, tomadas al azar entre muchas otras, algunas de
esas palabras:
1.- "La civilización ha pervertido la selección natural; ha pervertido 
aún más la selección sexual. Los deformes graves, los enclenques,
los impotentes, los enfermizos, en lugar de sucumbir, sobreviven;
todo está falseado por nuestras instituciones sociales; toda la vida
normal pervertida" (Alexis Carrel, Premio Nobel de Fisiología y
de Medicina).
2.- "No proteger nuestro patrimonio genético es una negligencia
criminal" (Charles Richet, Premio Nobel de Fisiología y de Medi-
cina, miembro del Instituto y profesor en la Universidad de París).
3.- "Es necesario e imperioso preservar nuestro, cada vez más 
amenazado, patrimonio genético, re-estableciendo las condiciones
de una herencia sana" (Karl von Frisch, Premio Nobel de Fisiología
y de Medicina).
4.- "En nuestro estado de civilización, que es, así lo creo, el cómplice
de bastantes de las barbaries inconscientes, estamos lejos de la época
en la que nos ocuparemos de impedir las fatales consecuencias de la
herencia de las enfermedades, y en que los matrimonios serán tratados
como he podido hacerlo con la especie de Bombyx Mori" (Pasteur, en 1884).
5.- "Salvo por el mismo hombre, nadie es lo suficientemente ignorante
como para permitir a los malos de sus animales reproducirse, (Charles Darwin).
6.- "Bastantes casos de esterilidad, nacimientos prematuros y de muerte
en el nacimiento son debidos a la decadencia genética" (Jean Rostand).
7.- "En el aumento del número de anormales se debe en buena parte a 
las uniones interraciales desconsideradas. El medio no tiene acción
sobre el patrimonio hereditario" (Jean Rostand et Guyenot).
8.- "A pesar de la poderosa influencia que el medio pueda ejercer 
para modificar el conjunto del cuerpo e incluso el protoplasma de
sus células , los genes en las células germinales conservan su estruc-
tura primitiva y no sufren ningún cambio específico como conse-
cuencia de la modificación del cuerpo. Si bien que, cuando el indi-
viduo modificado se reproduce, transmite a sus descendientes los 
genes que no han sido cambiados por los caracteres adquiridos"
(H. J. Müller, Premio Nobel de Medicina).
9.- "Podemos estimar en toda probabilidad, que la mezcla de los
origenes, que poco a poco nivela los caracteres, es, fuera de vanas
consideraciones filantrópicas, claramente perjudicial al género
humano" (Kant).
10.- "Que nos empeñemos en reproducir razas seleccionadas de 
caballos, cabras, puercos, incluso cerezas y remolachas, y no ha-
cemos ningún esfuerzo para crear razas humanas menos defectuosas,
para dar mayor vigor a los músculos, más belleza a los rasgos, más
penetración a la inteligencia, más agudeza a la memoria, mayor
energía al carácter, para hacer crecer la longevidad y la robustez.
!Que asombrosa incuria¡ !Que deplorable incomprensión de las 
cosas¡ !Que negligencia criminal del avenir¡ (Charles Richet, Premio
Nobel de Medicina).
11.- "La herencia prima en el medio en el 90% de los casos. Y la 
historia de la humanidad es la historia de los genes y la consan-
guinidad" (C. Darlington).
12.- "La Historia, es la historia del hombre en su fisiología y en 
su genética" (Jacques Monod, Premio Nobel de Fisiología y de
Medicina).
13.- "La cuestión racial es la clave de la Historia" (Benjamin Dis-
raeli, ennoblecido por la reina Victoria en Lord Beaconsfield).
14.- "Los genes juegan un rol determinante en todos los aspectos 
del comportamiento humano" (Burnet Macfarlane, Premio Nobel
de Medicina y profesor de medicina en Australia).
15.- "La selección por la fuerza, el heroísmo y la utilidad social
debe ser cumplida por alguna institución humana, si se quiere 
evitar que la humanidad, falta de factores selectivos, no sea 
arruinada por un degeneramiento inducido por la domesticación.
Si esta selección fracasa y los elementos defectuosos, no son elimi-
nados, se propagarán a través de nuestra Nación así como células
de una maligna excrecencia (K, Lorenz, Premio Nobel de Medicina).
    Después de estas citas , podemos constatar, que la eugenesia así, 
como el racismo no es ni la consecuencia de una mentalidad bárbara,
ni el patrimonio de espíritus retrógrados. Muy por el contrario, se 
necesita de una muy gran lucidez y una seria dosis de valor para osar
enfrentar de esta manera una opinión pública que siempre se inclina
a apiadarse por la desgracia y la destreza humana. Algunos imbéciles
aún asocian la eugenesia al NacionalSocialismo. Si el sistema Nacional
Socialista había recomenzado a aplicar la eugenesia de una manera torpe,
pues era totalitaria, este no fue ni el inventor, ni el promotor. Para demos-
trarlo, recreemos una breve historia de la eugenesia.
    Si es cierto que por razones de supervivencia todos los hombres pre-
históricos debieron practicar la eugenesia, Licurgo parece bien ser el
primer hombre de estado que pensó en legalizar la eugenesia. Impuso en
Esparta la eliminación de todos los niños que presentaban anomalías
demasiado importantes en el nacimiento. Se les depositaba en una colina
de los alrededores, donde se convertían en presa de las bestias salvajes, o
se les precipitaba a un barranco. Los filósofos Aristóteles y Platón inscri-
bieron la eugenesia en sus legislaciones para una "ciudad ideal". Platón
habla de ella en "La República" y Aristóteles en "Las Políticas". En la
antigua Roma, como en Esparta, el pater familias debía reconocer a su hijo.
De allí proviene la palabra "génus" (engendrador), que califica al padre, ya
que se le iba a entregar a su hijo en el nacimiento y se le dejaba sobre sus
rodillas, para que aquel pudiera controlar su integridad física. Cicerón había
además escrito, que el estado tenía el derecho de no tolerar que sus ciudada-
nos fueran deformes y contrahechos. En consecuencia, ordenó a los padres,
de los que naciera un hijo tal, de hacerlos morir. Asimismo, en los antiguos
celtas y germanos, los hijos deformes o débiles eran suprimidos. Las antiguas
leyes escandinavas autorizaban la exposición de los tarados fuera de las habi-
taciones; y teniendo en cuenta los rigores climáticos, esta medida conllevaba
prácticamente siempre a la muerte. Esta costumbre se mantuvo hasta la Edad
Media, ya que estaba profundamente enraizada en las costumbres de los hom-
bres del Norte; pero considerada como pagana, fue en un comienzo a duras
penas tolerada por los evangelistas cristianos, y a la larga terminó por ser su-
primida. En la baja Edad Media y en el transcurso del renacimiento, estas prác-
ticas de la eugenesia desaparecieron, porque la Iglesia, al fin toda poderosa,
hacía reinar su ley. De resto, en esta época, numerosos factores de contrase-
lección intervenían ya corrientemente; ya fueran las interminables guerras
donde caían los mejores, o el rigor del celibato que golpeó principalmente a
la élite intelectual recluida en los monasterios.
    Hacia el final del renacimiento se comenzó a hablar de eugenesia, y los fi-
lósofos como Francis Bacon y Thomas More en Inglaterra, van incluso hasta
imaginar las visitas prenupciales. El gran zoólogo Bufón quería mejorar la
condición humana con el conocimiento de la naturaleza y sus leyes. Y el qué
había pasado su vida estudiando y descubriendo las especies animales, se había
convertido en un ardiente partisano de la eugenesia, así como el franc-masón
Voltaire. Gobineau, en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas
demostró lo perjudicial de los matrimonios interraciales. No es sin embargo
hasta la publicación de "El Origen de las Especies" de Charles Darwin, y la
puesta en evidencia de las leyes hereditarias por G. Mendel, que la eugenesia,
que era justo hasta aquí una constatación empírica, se convirtió realmente en
una ciencia. Gracias a estos científicos a la eugenesia negativa de los antiguos,
va a poder sustituirse en un comienzo una eugenesia preventiva, para terminar
con una eugenesia positiva encaminada no ya a eliminar los defectos más po-
tentes, sino más bien a mejorar las condiciones biológicas de la humanidad. A
partir del final del siglo XVIII, los escritos y las descripciones científicas a favor
de la eugenesia abundan. Galton, el primero, en "Héréditari Génus" demostró
que las principales aptitudes mentales son profundamente influenciadas por la
herencia, y que estas se conservan de una generación a otra, siguiendo leyes
difíciles de estudiar, pero sin embargo rigurosas. Saca la conclusión de que el
mejoramiento de la descendencia es posible gracias a los matrimonios entre
esposos de gran valor. Hecho curioso, el libro de Galton apareció el mismo año
que el famoso "Capital" de Karl Marx; los dos consisten en un interpretación
diametralmente opuesta de la Historia. Para el primero esta dependía de ele-
mentos internos, la herencia y la biología, mientras que para el otro estaba en
función del medio, o para ser más precisos del medio social. Espero que mis
lectores se den cuenta de que los caracteres inherentes a la herencia en cada
especie, los que están en la base de evolución biológica y de la evolución his-
tórica, y que en consecuencia Galton tenía razón y Marx se equivocó.
    Nietzsche afirmaba que el hombre es un hilo tendido entre el animal y el
superhombre, y que es nuestro deber engendrar en cada generación un ser cada
cada vez más superior, que cada vez sobrepase a su progenitor. Es también para
él la mejor manera de honrar a nuestros ancestros, que nos han hecho lo que somos.
Para él, ni el enfermo ni el criminal deben ser reconocidos como aptos para la re-
producción, ya que si existe un derecho de vivir su vida para cada individuo, no
está necesariamente ligado al derecho de dar la vida. Salvar o dar la vida no tiene
justificación más que si la vida vale la pena.
    En los  Estados Unidos, desde 1907, numerosos estados votaron leyes previendo
la esterilización de los degenerados hereditarios. Indiana fue el primero en votarlas.
En Suecia, desde 1934, la legislación es tal, que el individuo irremediablemente
tarado no tiene otra selección que entre el asilo y el hospicio, o la esterilización. Y
la eugenesia había sido conducida por David Riazanov, que quería reglamentar los
en este sentido. Desafortunadamente para él, se oponía con su eugenesia y su cono-
cimientos científicos a las teorías oficiales del marxismo-leninismo, que no ve en
la historia más que una vasta influencia del medio social y de los problemas econó-
micos sobre los individuos, partiendo del postulado biológicamente falso de la igual-
dad de todos los seres en el nacimiento. En consecuencia, era del todo normal que el
gran científico, que era Riazanov, fuera expurgado del país, el cual adoptó las humo-
ristas tesis de Lyssenko , imponiéndolas por medio del terror en su mundo científico.
La eugenesia destruye de hecho el mito del "buen salvaje" de J. J. Rousseau, y en
consecuencia, los dogmas igualitarios marxistas. Adjuntemos aún, que desde 1925,
las Federación Internacional de Organizaciones Eugenésicas trabaja en estrecha cola-
boración con la Cruz Roja Internacional (incluso si en la actualidad, la Cruz Roja no
osa ya hacer caso). Y señalemos al fin, que hacia el final de los años sesenta, el Estado
de Israel publicó una ley encaminada a prohibir en este país la inmigración de tarados
físicos y mentales, así como su reproducción. Y nadie osaría calificar a Israel de estado
Hitleriano. Lo que prueba que los judíos son unos perfectos hipócritas, ya que imponen
a los otros pueblos l protección de todos sus tarados, bajo pena de ser relegados al mar-
gen de la "sociedad internacional". ¿Pero no es buena política el incitar a los otros a
hundirse biológicamente, cuando se sueña con dominarlos? Los ingleses no actuaron
de otro modo, imponiendo la fumada de opio en 1840 a la China decadente.
    Siguiendo el inmutable principio de injusticia y de "Vae Victis" (siempre aplicado en
1991 por los estados, supuestamente democráticos y por su jefe de file de la época, es
decir, "Bloody Bush" al encuentro de Saddam Hussein, aplastado sin gran gloria por la
hipertecnicidad de los ricos Estado Unidos); siguiendo pues este principio de injusticia,
numerosos científicos Nacionalsocialistas fueron condenados a muerte por haber apli-
cado la eugenesia en la Alemania de Hitler. Este primer tribunal internacional de la
historia , correspondía únicamente a la satisfacción de bajas venganzas de los vencedores
sobre los vencidos, y de ningún modo , a una sana voluntad de progreso por el bien de la
humanidad. A pesar de los trémolos siempre actuales de los medios de comunicación a
las órdenes de banqueros judíos cosmopolitas, esta siniestra mascarada de los proceso de
Nuremberg era tan antibiológica, que en 1974, treinta años después de la famosa victoria
del "Bien" sobre el "Mal", un conjunto de científicos democráticos, cuyos ojos acaban de
abrirse bruscamente ante las realidades biológicas, reclaman imperativa y democrática-
mente la aplicación integral de una eugenesia positiva así como la independencia de la
ciencia frente a la política, la cual compromete el estudio de la herencia y del hombre.
Algo divertido (si se pude decir), muchos de estos científicos firmantes del manifiesto
son norteamericanos y judíos, es decir, pertenecen a las naciones que más ferozmente
condenaron a los científicos alemanes en 1945. En la actualidad, naturalmente la ONU,
no recuerda nunca este manifiesto desde que el conjunto del mundo comerciante ha to-
mado conciencia de que los graves deformes pueden generar inmensos beneficios (ven-
ta de sistemas, médicos, sin olvidar los cuerpos de médicos y profesores especializados
que viven a su costa).
    Todas las especies vivientes deben perpetuamente mejorarse, tanto física como inte-
lectuslmente, para progresar y para combatir las influencias cambiantes del medio. La
ley biológica, es decir, LA LEY MORAL para todas las especies, es la que tiende a su
conservación, a su multiplicación y a su progreso, relativamente en el lugar y en el tiem-
po. Ahora bien, en la especie humana, el hombre practica en la actualidad una verdadera
selección al revés, mientras que continúa mejorando las especies domesticas que lo ro-
dean, añadiendo su inteligencia y su selectividad a la acción de la selección natural. Esta
selección humana al revés se debe en un principio a las guerras fatricidas que siempre
eliminan a los mejores y a las élites de los pueblos. Esta se debe luego a los progresos
médicos, que en nuestros países altamente industrializados permitan conservar vivos a
los tarados y anormales hasta edades muy avanzadas, animándolos por este hecho a pro-
crear. E incluso a procrear lo más posible gracias al sistema actual de leyes sociales y de
primas para la natalidad. Ahora bien, está probado que en toda especie que relaja su in-
transigencia biológica y natural, los individuos de menos valor son siempre los más pro-
líficos. En la especie humana está probado que los antisociales y los "omega" son siempre,
también ellos, los más prolíficos. En los países industrializados el avance social está prác-
ticamente siempre ligado a la infecundidad o a la muy débil fecundidad; mientras que la
excesiva fecundidad es el atributo de los fracasados sociales. Las primas al nacimiento,
las hipócritas leyes sociales y todas las asociaciones caritativas se ocupan de los retrasados
mentales, los psicópatas, los neurópatas, siendo la base de la progresiva alteración de nues-
tras sociedades. Si continuamos por este camino, de aquí a cien años, el hombre, si no des-
aparace en un cataclismo atómico, seguramente habrá desaparecido como especie animal
de valor genético, ya que el porcentaje de sus anomalías progresa actualmente en progresión
geométrica. Cada viente segundos un retrasado mental nace en el mundo. Los retrasados men-
tales del globo representan en la actualidad una población equivalente a la de Estados Unidos.
En Francia nace un inadaptado mental cada veinte minutos, y ya se cuentan más de un millón
de débiles mentales irrecuperables por una cincuentena de millón de habitantes. En los Estados
Unidos, para una población de más de 240 millones de individuos, existen actualmente más de
240 mil ciegos congénitos, 115 mil sordo-mudos congénitos, más de 800 mil aquejados de di-
versas malformaciones hereditarias y más de tres millones de débiles mentales irrecuperables
(lista que data de 1970, hoy segurísimamente esas cifras se hallan triplicado). La ineluctable consecuencia de este incremento de los tarados es puesta en evidencia por el aumento de los
lobos, y de los asesinatos sádicos, en el que el de la famosa actriz Sharon Tate es un ejemplo
de esta crónica. Actualmente, bajo órdenes, el conjunto de los mass media incrimina la droga
y las condiciones sociales desfavorables para explicar este demencial crecimiento de la cri-
minalidad. Pero la verdadera causa, la que sostiene realmente estos factores secundarios, es
la herencia. Esto molesta, pero es evidente; que sea en los Estados Unidos, donde la pobla-
ción criminal esté constituida principalmente por negros y puertorriqueños, que sea en Francia
o en Bélgica, donde la población magrebí provee la mayor parte de los delincuentes. Algunas
etnias poseen un exagerada tasa de criminalidad; y a la inversa de lo que se cree, o se quiere
hacer creer, no se droga el que quiere; es necesaria amenudo una aptitud propia esencial para
llegar a la droga y para que pueda "implantarse" en el individuo. Asimismo, se debe estar psico-
lógicamente inducido hacia el sadismo, para violar o matar. El Doctor Zwang ha sin demostrado
sin embargo que fueran cual fuera las circunstancias, muchos hombres eran incapaces de ser vio-
ladores. Así como la pereza explica bien el desempleo y las condiciones sociales defectuosas. Co-
mo en todo es el factor terreno, es decir, la herencia, la que determina en mayor parte el aumento
de la criminalidad de todo género.
    Todo el mundo desea que el hombre mejore, pero nadie se hace escuchar sobre la manera de
llegar a esto. Unos quieren actuar con la educación sobre el espíritu, los otros sobre las costumbres,
otros al fin sobre el hombre y por el hombre, con el fin de que él se supere. Estos tres métodos se unen a las tres únicas filosofías posibles. La filosofía del ser, que es la de los teólogos y los soña-
dores, y que considera que todos los hombres son iguales. Pero sabemos que esta filosofía es con-
traria a las leyes biológicas y que todas las especies animales eliminan a sus tarados y a sus débiles;
por ejemplo la madre murciélago mata a sus recién nacidos deformes; En los pájaros que poseen
nidadas de ocho a diez pequeños, es frecuente que dos o tres pequeños solamente marchando sobre
sus compañeros, puedan mantenerse delante del agujero de vuelo, donde aparecerán sus padres. Si
un pequeño, indispuesto, no se hace lugar, su progenitor pasará su turno durante la distribución del
alimento, y este pequeño se debilitará progresivamente. Empujado y rechazado por los otros, sus
oportunidades de poder reclamar su parte disminuyen rápidamente, y será muy pronto irremedia-
blemente abandonado. Porque en la Naturaleza, el padre, fuere cual fuere, abandona rápidamente
al hijo demasiado débil. Al igual la golodrina, madre ejemplar, nunca comparte equitativamente su
pitanza entre todos sus pequeños. Ella también, al contrario de la leyenda, abandona su progenitura
demasiado débil.
    La segunda filosofía es la del tener; es la de los consumidores y de los poseedores. Sabemos que
ésta no mejorará en nada las cualidades físicas, mentales y morales de los individuos, ya que actual-
mente la sufrimos. La tercera al fin, es la filosofía del devenir, la del hombre en buena salud, que
desea aún y siempre mejorarse y sobrepasarse en su descendencia, objetivo que nuestros padre y
abuelos habrán tenido al procrearnos, y al empujarnos a realizar estudios para permitirnos desarrollar
plenamente todas nuestras capacidades.
    Hemos visto que la realización de cada uno de los caracteres hereditarios resulta de la interacción
del stock hereditario y del medio, este último adjuntándose a la herencia pero no reemplazándola. La
fuerza vital constitucional; la fuerza pura, la inteligencia y las cualidades morales persisten en una
raza, a pesar de numerosas generaciones procedentes de un medio cualquiera; por el contrario, un
medio de elección no ayudado por la selección casi no pude hacer más por una raza inferior que de
apartar las enfermedades. Un perro de caza criado en un medio desfavorable resistirá siempre mejor
que un bastardo criado sin raza. Y está probrado que la influencia del medio en la especie humana es
prácticamente nula. Los numerosos estudios practicados en los verdaderos gemelos univitelinos, que
se situaban en condiciones de medio diferentes, lo han ampliamente demostrado. Ésta también pro-
bado que los niños adoptados una gran parte del carácter así como el coeficiente intelectual de sus padres biológicos, más bien que de sus padres adoptivos. Des estos últimos, ellos no poseen muy a menudo más que los hábitos y las costumbres. Asimismo, los niños criados en el medio triste y uni-
forme de orfanato, exteriorizan muy rápido sus diferencias de aptitudes hereditarias.
    Desde que la eugenesia se ha convertido en una ciencia, se comienzan a conocer bien en la especie
humana los factores hereditarios, y nos damos cuenta que los hechos que antiguamente cubrían tér-
minos que por mucho tiempo permanecieron como vagos, como constitución, temperamento, terreno,
etc., se precisan hoy en día. Lo que distingue a los hombres son las diferencias de orden bioquímico y genético. Estas diferencias los hacen sensibles o resistentes, ya sea a nivel de las razas, las etnias, las
familias o los individuos.
    Arthur Jensen, profesor de la Universidad de Harvard, probó que el coeficiente intelectual de los negros es inferior al de los blancos y al de los individuos de origen mongoloide como los indios; sien-
do estas dos últimas razas sensiblemente iguales. Demostró que la influencia del medio y del nevil de vida social no influenciaban para nada este coeficiente, ya que en algunas regiones de Norteamérica,
como el Deep South, muchos negros poseían un nivel social y un nivel de vida superior al de nume-
rosos blancos, sin embargo más inteligentes que aquellos. De todas maneras, el nivel de vida de estos
negros norteamericanos es prácticamente siempre de lejos superior al de los indios, que en cuanto a
ellos, presentan un coeficiente intelectual parecido al de los blancos. Como lo dijo el profesor Millot,
en su biología de las razas humanas: "Existe actualmente en la especie humana una especie de escala
racial de la inteligencia, en la que el grado más inferior es ocupado por los Australianos primitivos de raza tasmanoide; por encima de ellos se sitúan los Negritos  (grupo étnico del Sudeste de Asia), después los negros; la cima de la escala es ocupada por los blancos indoeuropeos y por algunas etnias mongoloides". En consecuencia, el mestizaje que va al encuentro de las leyes de la evolución y
de la biologíaa, es un grosero error, sobre todo parra la raza blanca que tendrá siempre todas las de perder. Y citemos aquí al profesor Charles Richet, Premio Nobel de Fisiología y de Medicina, que es-
cribió en su Apologie de la Biologie: "Ante todo, se deberá evitar cualquier mezcla de razas humanas superiores con las razas humanas inferiores. No creo en absoluto en la igualdad de las razas humanas. En primer lugar, esta palabra igualdad es un sinsentido; un negro es diferente de un amarillo y este último de un blanco. Decir que son iguales es tan absurdo como pretender que la manzana es igual a la pera, y que el caniche es igual al buldog. No entiendo por que aberración se puede asimilar un negro a un blanco. Cuando leo las obras donde se habla de la unidad de la raza humana, me pregunto, si sueño despierto. Se trata sin embargo, menos de una diferencia entre blancos y negros, que de una superioridad entre blancos y negros. La comparación es fáciles y puede ser resumida en una línea; los negros no han aportado nada; Ningún científico negro puede ser com-
parado con Arquímides, Kepller, Galileo, Newton, Lavoisier, Darwin, Pasteur, etc. La arquitectura 
negra son las chozas de paja; la pintura negra son los dibujos informes, con los que han abigarrado
sus guitarras. La música negra son los charivaris de los cafés árabes, o las melopeas lánguidas y 
monótonas, no desprovistas de algunos encantos, que cantan al navegar por los ríos. Pero hay gran 
distancia entre esta canción rítmica y un Beethoven, Wagner o Verdi. No son los negros quienes ima-
ginaron la imprenta, los ferrocarriles, los barcos con hélice, los telégrafos, la fotografía, la aviación,
etc. Los negros no han sabido fundar ni una sola institución social; ellos no han sabido crearse una
lengua estable, y respecto a la religión, no han inventado más que fetichismos groseros. Debemos
crear entre las razas que pueblan la tierra, una verdadera aristocracia, la de los blancos de raza pura, no mezclados con los detestables elementos étnicos que África y Asia introducirán en nuestra 
tierra. Con riesgo de pasar por un ser bárbaro, declaro tener la preocupación de los seres que lle-
garán, más que de estos miserables. Nuestro deber es de conservar intacto el más glorioso de los pa-
trimonios; nuestra inteligencia de blancos, superior a la inteligencia de los negros"
    Las leyes evolutivas implican, como lo sabemos, una divergencia más bien que una convergencia. En consecuencia, las mezclas son irreversibles, y su generalización se traduciría por un verdadero
genocidio, conllevando a la desaparición de algunas ramas humanas. Y Jean Rostand, el gran bió- logo, nos enseña que el rebajamiento genético de la especie humana debe particularmente ser atri-
buido a las uniones interraciales y a la ausencia de toda regla en materia de eugenesia. El profesor
Raymond Rouyer de la Facultad de Medicina de Nancy, nos enseña que si la historia refuta el racismo
desde el punto de vista de la moral, esta no refuta la eugenesia ni la importancia del valor biológico de los individuos en una población o una etnia. No refuta las relaciones reciprocas entre sus culturas y sus soportes biológicos. Tampoco niega lo que se podría llamar el etnitismo, es decir, una doctrina
que sería cuidadosa de la preservación de las comunidades culturales y del buen entorno de los indi-
viduos en la sociedad, en el sentido de Simone Weil. Las culturas y civilizaciones, lejos de ser pro-
ducidas por el medio, están íntimamente ligadas a las capacidades innatas de las razas que las han creado. Esto es lo que explica que cuando una raza entra en contacto con una cultura o una civili-
zación que le es extraña, y cuando esta se enriquece con este contacto, el beneficio que esta saca de ello, lleva sin embargo la marca del carácter y del estilo que le pertenecen en si misma. La ideología
antirracista está desligada de toda consideración científica y objetiva de los hechos. Un racismo inte-ligente, que posea el sentido de la diversidad de las etnias, es menos nocivo que un antirracismo in-
temperante, nivelador y asimilador.
    Una buena prueba de valor racial, nos fue demostrada con la rehabilitación económica de Alema- nia Oriental. Esta etnia germánica ha debido rehabilitarse partiendo de cero, luego de las destruccion-es hechas en su país en 1945, y de los pijalles practicados después de la guerra por su vencedor ruso.
El país estaba totalmente arruinado y sin ningún otro recurso. Por el contrario, los polacos, etnia esla-
va y vencedores durante la misma guerra de 1940-45, recibieron en reparto conjunto de los antiguos
territorios germánicos hasta la línea Oder-Neisse. Las poblaron después de haber expulsado defini-
tivamente a los germanos. Estas zonas del oriente alemán, ocupadas actualmente por los polacos, es-tán constituidas de un lado por la rica región industrial y minera de Silesia y por otra parte por Pome-riana, que era el depósito de cereales y de patatas del Reich hitleriano. Ahora bien, treinta años des-
pués delfinal de la guerra, esta región agrícola hasta hace poco tan rica, mostraba aún cientos de miles
de hectáreas de tierras arables dejadas sin cultivar; lo que llevó a las autoridades polacas a repoblar
una parte, en vista de la poca presteza de sus conciudadanos granjeros para volver a poner estas tie-rras en cultivo. Treinta años después de la guerra, existían en Pomerania oriental 20.000 hectáreas en
barbecho, 127.000 en la parte de Prusia oriental cedida a los polacos, 100.000 en la Baja-Silesia, 57.000 en el Voïvodie de Stettin, etc. Mejor, en estas provincias que tradicionalmente habían abaste-
cido Europa entera con patatas, no se cultivaba incluso lo suficiente para alimentar la población local.
Asimismo, el tránsito sobre el Oder cayó al 15% de lo que era anteriormente en el tiempo de los ale-
manes, y la mayoría de los puertos heredados por los polacos en el Mar Báltico, como el de Kolberg,
muestran una mejora casi nula. En el mismo orden de ideas, permanecían aún, treinta años después
del final de la guerra, 50 millones de metros cúbicos de escombros para limpiar en Breslow, otra ciu-
dad germana convertida en polaca. Ahora bien, Alemania Oriental vencida e integramente pillada, y de la que una gran parte de su población activa fue deportada durante numerosos años a Siberia, se recuperó espectacularmente y con rapidez, mientras que las etnias eslavas de al lado, en condiciones
claramente más favorables, no llegan a recuperarse. Siendo los sistemas políticos los mismos en los dos países, no queda pues más que el factor genético y racial para explicar esta desproporción. Natu-
ralmente, durante la reunificación de las dos Alemanias, en 1990-91, se percibió que Alemania Oriental, mal administrada y no habiéndose beneficiado de ninguna ayuda occidental, estaba muy atrás
de las hazañas económicas de Alemania Occidental. Sin embargo, esto no se opone en nada a esta de-
mostración, ya que Alemania Occidental se benefició con del Plan Marshall, es decir, de la ayuda nor-
teamericana durante décadas. Entre alemanes ayudados y alemanes dejados a su suerte, hay una dife-rencia, pero en relación con los eslavos polacos, hay un abismo. Más aún cuando la Polonia comunista
se benefició con una substancial ayuda de préstamos norteamericanos, desde los años sesenta.
    Está demás demostrado, en Brasil, allí donde los portugueses nunca han dudado en practicar la mezcla racial con los autóctonos y con los negros importados durante la esclavitud, que las situa-ciones sociales más elevadas son siempre ocupadas por los blancos, y a medida que el individuo se
vuelve cada vez más de color su situación social se altera. Y las mujeres brasileñas, prácticas y aún lo
suficientemente intuitivas, siempre buscan desposar un "café con leche" un poco más blanco que ellas;
ya que pertinentemente saben que así mejorarán las cualidades de su descendencia. Ellas poseen aún el
mismo reflejo biológico sano que hemos podido constatar en las hembras de babuinos en período de estro.
    La herencia de los caracteres adquiridos no existe. Los experimentos absurdos de Lyssenko, lo de-
mostraron . Lo que puede hacer el ambiente, es impedir o contribuir a la realización de las potencia-lidades contenidas en la herencia. Por esta razón, se constata muy a menudo en las familias numerosas
que los primeros y los hijos últimos escasamente poseen la misma estatura y el mismo peso, debido a la edad de la madre y a los anteriores embarazos. Los hijos últimos son generalmente más débiles que
los otros, ya que también la edad altera las capacidades genéticas. La dimensión del hogar juega igualmente un papel. A igual edad, el desarrollo fisiológico e intelectual de los niños nacidos en el seno de una familia numerosa, será generalmente inferior al de los niños nacidos en una familia más
restringida. El medio social, la educación, la profesión de los padres y el trabajo de la madre, juegan un papel que no hay porque negar; aún se debe indicar claramente los límites.
    Existen en la actualidad numerosas taras hereditariamente transmisibles conocidas en la especie humana, y el estudio del cariotipo se ha convertido en una verdadera ciencia. Sabemos que por ejem-plo, que el trisoma 21 es la base del mongolismo, y que el trisoma del cromosoma "Y", genera fuertes
tendencias a la violencia y a los comportamientos antisociales. Y, para no citar más que algunos ejem-plos, la diabetes, la luxación congénita de la cadera, la ausencia de incisivos y caninos, la malforma-ción de los miembros, la epilepsia, la miopía, la sordo-mudez, la idiotez amaurótica, la corea de Huntington, la esquizofrenia, el daltonismo, etc., resultan todos de transmisiones hereditarias ahora
bien conocidas.
    Algunos científicos, sin embargo cada vez menos numerosos, intentan aún negar la influencia de la herencia en las sociedades humanas, y de imponer el postulado de la igualdad de razas e individuos.
Entre estos científicos se encuentra sobre todo a psiquiatras de la escuela freudiana, que construyen toda su teoría sobre este apriorismo. Estos se oponen así a la ciencia experimental y a la genética. Naturalmente, como lo decía muy justamente un gran científico francés, durante un congreso de psiquiatría: "Où il y gène, il n´y a pas de plasair". Y el profesor Debray-Ritzen ha demostrado con uno de sus colaboradores, en su libro común titulado: "Génétique et Psychiatrie", todo el aspecto here-
ditario de las enfermedades mentales. La psicosis maniaco-depresiva, la esquizofrenia, la ansiedad, la
anorexia mental, numerosas neurosis e incluso la homosexualidad son, sin duda alguna, enfermedades
que revelan una genética compleja, probablemente poligénica, pero aún dificil de comprender en estos
tiempos. Esta influencia genética sobre el complejo psiquismo del hombre es aún demostrada por el hecho, que la psicoterapia se revela siempre incapaz de sanar las psicosis graves como la esquizofre-nia, la psicosis maniaco-depresiva, o incluso las grandes delincuencias y la mayoría de las histerias. Los psicoanalistas no tienen además demasiadas ganas de tomar en serio estas importantes afecciones.
Prefieren reservar sus métodos a las ligeras neurosis, a las angustias y a las fobias, que son más enfermedades adquiridas que genéticas.
    Un gran número de taras transmisibles, lanzadas en la población, entre los individuos en posibi-lidad de procreación, representa una muy pesada amenaza para la colectividad; los niños sanos tienen
en este caso cada vez más posibilidades de aparearse con tarados y débiles mentales. Y si las negras
brasileñas, más próximas a la animalidad, poseen aún la sana reacción instintiva de intentar buscar un
macho de mejor calidad que ellas, no sucede lo mismo con las jóvenes y las mujeres Europeas. La
intensa propaganda antibiológica basada en la caridad y la igualdad, las lleva a menudo, en nuestros
países, a buscar como compañero a individuos con tórax estrecho y hombros rentrantes, con cabellos
largos e ideas cortas, de psiquismo y moralidad degenerada, perezosos y drogadictos; cuando no son los representantes de otras razas en general menos capaces, pero más disponibles gracias a los actuales recuersos, de las leyes sociales y de las ayudas a los inmigrantes, a los refugiados políticos y a los desempleados. Ellas ya no poseen más el instinto de las hembras animales, que buscan el apareamiento con los aristócratas de su grupo con el fin de mejorar su descendencia y su especie. La civilización moderna, basada en el disfrute inmediato sobre el provecho y no sobre el mejoramiento
de la sociedad y la especie, las ha llevado a perder la lógica.

Cyril Burt, fundador de la Mensa, ha probado que de aquí a 50 años, al ritmo actual de degeneración y sin ningún factor interviene para modificarlo, la inteligencia promedio de un niño de doce años caerá al nivel de un niño de nueve años. Y sin tener en cuenta todos los factores de contaminación y polución que actualmente actúan sobre la juventud, ya sea la droga, la perversión sexual, el esnobis-
mo, las modas ridículas, el embrutecimiento radiotelevisivo y la contaminación atmosférica, que en cuento a esta, conlleva en las grandes ciudades a una disminución del oxígeno utilizable por las células del cerebro. Y también sin tener en cuenta crónica intoxicación alimenticia, generada por todos los aditivos y los fermentos sobreañadidos, con el fin de aumentar el rendimiento o para modificar el gusto. Ni la alimentación cada vez más alterada, ni los OGM (Organismo Genéticamente Modificado), ni las carnes hormonadas, etc. Y no perdamos de vista que la actividad cerebral del hombre resulta de un complejo juego de neuronas de synapsis, al límite de las cuales se practica una verdadera bioquímica molecular. Es suficiente con que un intermediario químico, insuficiente o producir en exceso, bloquee algunos de los mecanismos esenciales del cerebro, es decir, del pensamiento, para que una enfermedad mental sea la consecuencia de ello. Y el oxígeno es seguramente uno de los comburentes más importantes de la célula nerviosa.
    Para terminar agreguemos que la actividad sexual y la reproducción no están obligatoriamente ligadas. Si todo individuo posee el derecho de copular, en cuanto al derecho a la procreación debería ser reglamentado y mucho más reflexionado. Ya que al procrear, somos responsables no sólo de nosotros mismo y de una mujer que consiente, sino también de una tercera persona, de la que tenemos el deber de realizarla perfectamente, al igual que llevamos la responsabilidad ante nuestros ancestros y nuestra etnia de engendrar hijos aún mejores que nosotros mismos.

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